MALVINAS
Hay jardines marchitos
y un aroma perdido más allá de la vida que segó
/ la metralla.
Hay risas que no vuelven.
Hay sueños congelados.
La angustia cava huecos en el fango buscando
/ inútilmente,
desconsolada y rota por diez mil apellidos…
A quién llorar primero?
Qué apodo sublevado ya se quedó sin eco…?
Este dolor,
este morir de a mucho sobre cada recuerdo,
ya no nos pertenece;
Se incorporó a la lluvia.
Se ha instalado en el viento.
Se revuelve en el frío.
Vaga como un fantasma diametral sobre el mundo…
Pero hay una memoria,
un porqué ineludible clavado en cada uno
que nos está gritando los rostros y los nombres.
Y entonces, cada día, cada momento nuevo,
trepamos la estatura mutilada y lejana
con la promesa abierta
sin palabras,
sin odio,
pero con la justicia de Dios… en cada mano.
Mario Iaquinandi
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