martes, 19 de febrero de 2019

A 193 AÑOS DEL REGRESO DE LOS GUERREROS DE LA INDEPENDENCIA

Los recibió una Buenos Aires somnolienta. Casi nadie en las calles se cruzó con ellos. Algún choco les ladró en alguna esquina. Un farolero los vio pasar.

Cansados, llenos de polvo, con sus uniformes gastados, setenta y ocho hombres entraron a la misma ciudad que los había visto partir.
Regresaban luego de trece años de combates y batallas en donde se habían cubierto de cicatrices y de Gloria. Las Costas del Plata, y las alturas del Pichincha habían sido testigos de su arrojo y valentía.
Volvían anónimos. Nadie salió a recibirlos.
Los conducía un viejo guerrero, un Coronel Guaraní que había hecho toda su carrera en ese Regimiento, desde soldado raso, hasta ser su último Jefe.
A pesar del cansancio, a pesar de las incontables heridas cicatrizadas en gloria, a pesar del olvido del pueblo que los había visto partir hacía tantos años, ellos aún conservaban la marcialidad que les había enseñado su creador, el mismo que ahora pasaba sus años de vejez y exilio en la lejana Europa.
Setenta y ocho Granaderos a Caballo, los últimos que quedaban de la Gesta Emancipadora, volvían a su Cuartel de Retiro, luego de liberar a medio continente, al mando del Coronel Félix Bogado.
Cuando partieron de Mendoza, escala previa en su camino a Buenos Aires, se hizo un inventario de lo que traían aquellos Centauros. Sólo traían 86 sables, 55 lanzas, 84 morriones y 102 monturas... y toda la Gloria y el Honor que les cabían en sus alforjas.
Dirá de aquella llegada casi anónima la Gaceta Mercantil:
"Tenemos el honor de haber recibido los restos del Ejército de los Andes, conducidos desde el Perú por el Coronel de Granaderos a Caballo D. José Félix Bogado. Cerca de nueve años han pasado desde que estos valientes marcharon a libertar a Chile. En este largo período se pueden contar los días de gloria que han dado a la patria, por las veces que se han batido con nuestros enemigos. Nuestra gratitud será siempre demostrada a estos viejos soldados de la libertad, con las más tiernas efusiones de nuestros corazones. Eternamente llenaremos de beneficios, a los héroes de Chacabuco y Maipú; sí a esos que han conducido en triunfo el pabellón hasta Quito y que han sabido derramar su sangre por la libertad de la Patria en Junín y Ayacucho. Nosotros al verles, siempre diremos con admiración: he ahí esos que sellaron con su sangre y sus espadas, la libertad de su patria y sus nombres irán de padres a hijos, de generación en generación".
Unos meses después, por orden de Bernardino Rivadavia, el Regimiento de Granaderos a Caballo de los Andes, sería disuelto...