lunes, 4 de junio de 2012

Felipe Varela: El último Caudillo Federal


La historia de la lucha por el poder en la Argentina no es nueva, y en realidad podríamos considerar pioneros de esa disputa a los valientes caudillos que en muchos casos perdieron la vida por la causa que defendían, tanto federales como unitarios.
Dentro de este contexto nos encontramos con una larga lista de nombres que representan cada una de las fracciones políticas, y al mismo demuestran el valor desmedido que siempre utilizaron por defender sus principios ante el enemigo.
Uno de estos nombres es Felipe Varela, que una vez convertido en leyenda de nuestro país, llegó incluso a servir de inspiración para diversas poesías folclóricas. Según los expertos, Varela no ha sido sólo un caudillo, sino que al igual que otros de sus compañeros, tales como Quiroga, Peñaloza y Ramírez, entre otros, logró convertirse en un verdadero líder político de la fracción federal, que luchaba intensamente para combatir la organización nacional basada en el centralismo.
Debido al coraje permanente que Varela demostró tener siempre en la lucha, sobre todo en lo que respecta a la resistencia que mantuvo en la región andina por muchos años enfrentando a las poderosas fuerzas enviadas por el gobierno unitario, durante lo cual el caudillo se encontraba acompañado por un pequeño ejército, a partir de entonces comenzaron a llamarlo el Quijote de los Andes.

Se cree que este legendario personaje de nuestra historia nació el 11 de mayo de 1821, aunque no se tiene exactitud en cuanto a la fecha, llegando a este mundo en Huaycama, pueblo perteneciente al departamento de Valle Viejo, en Catamarca.Su valentía y bizarría le valió el reconocimiento constante de sus superiores, pero sus ideales lo empujaron a morir en el exilio, lejos de su amada patria.
Según algunos documentos históricos, el pequeño Felipe pasó sus infancia junto a sus padres, Javier Varela y de Isabel Rearte, en una casa ubicada en la localidad de Guandacol, en la provincia de La Rioja. Fue allí donde llevó a cabo sus estudios formales, y al mismo tiempo se introdujo en el mundo de las armas, teniendo como tutor para ello a un caudillo riojano cuyo apellido era Castillo.
Decidido a llevar adelante una vida ligada al ámbito militar y político, a sus 19 años se incorpora al grupo de caudillos que luchaban en la región contra el ejército enviado por Rosas. Aquello le valió el destierro, por lo que se refugió en Chile, donde según relatan muchos historiadores puede haber llegado a conocer a su posterior amigo y compañero de lucha: el Chacho Peñaloza.
Viviendo en Chile, Felipe Varela se incorporó inmediatamente al ejército del lugar, el cual abandonó cuando en 1852 se produjo la caída del gobierno de Rosas, ya que fue en ese momento que regresó a la Argentina.
De vuelta en su amado país, Varela decidió unirse al ejército de la Confederación, desenvolviéndose como Teniente Coronel en el regimiento 7° de línea, el cual se había asentado en Río IV, precisamente en la frontera de los indios.
Durante la decisiva batalla de Pavón, ocurrida en el mes de septiembre de 1861, Varela luchó bajo las órdenes de Urquiza, y fue allí donde comenzó a destacarse como uno de los más aguerridos caudillos de la Confederación. Un año después, Varela se unió a Peñalosa, participando activamente en la rebelión organizada por el caudillo contra las autoridades nacionales de Buenos Aires. Esto le valió la confianza del Chacho y se convirtió en uno de sus máximos protegidos. Por ese motivo, ese mismo año Varela fue designado Jefe de Policía de la provincia de La Rioja.
Al siguiente año, es decir en 1863, se le encomendó a Felipe Varela la difícil misión de invadir Catamarca, participando de las contiendas conocidas como las batallas de Las Playas y Lomas Blancas.
No obstante, cuando el 12 de noviembre de 1863 se produce el sangriento asesinato de Peñaloza, Varela debió huir de la región, por lo que decidió refugiarse en Entre Ríos, desde donde nuevamente comenzó a militar bajo las órdenes de Urquiza. Pero poco después volvió al exilio en Chile.
Poco tiempo pasaría para que Varela regresara al país, y ello ocurrió precisamente en 1865, cuando llega a sus oídos el inicio de la Guerra contra el Paraguay, la cual involucró a Uruguay, Argentina, Brasil, y por supuesto Paraguay, en una lucha sin tregua causada por las aún vigentes rivalidades coloniales.
Ante la noticia, Felipe Varela decide volver a la Argentina y servir nuevamente a las órdenes de Urquiza. Pero lo cierto es que como le sucedió a otros caudillos, Varela no comprendía cuáles eran los motivos por los cuales debía llevarse adelante una lucha armada contra el hermano pueblo de Paraguay. Por otra parte, el caudillo no toleraba el hecho de efectuar una alianza con el Imperio Brasilero, el cual en realidad había sido siempre un poderoso y ferviente enemigo de los estados del Plata.
Por todo ello, Varela se negó a participar de esta absurda guerra, y regresó a Chile.
Mientras tanto, en casi toda la geografía nacional los unitarios habían logrado imponerse frente a los federales, lo que provocó en cierto modo que Varela decidiera finalmente convertirse en una suerte de sucesor de el Chacho Peñaloza, convirtiéndose en los años posteriores en el líder indiscutido del alzamiento de las provincias andinas contra el gobierno centralista de Mitre.
Fue precisamente a finales del año 1866, que Varela decidió regresar al país desde la Cordillera de los Andes. A lo largo de dos años, Felipe Varela mantuvo el noroeste del país en permanente rebelión, a través del trabajo realizado por sus tropas, que se encontraban integradas por montoneros argentinos y chilenos. Para ello, contó con el apoyo incondicional de algunos de los caudillos federales más importantes de la historia, tales como Videla de Mendoza y los Saá de San Luis.
Fue en ese período que se produjo la llamada Revolución de los Colorados, considerada como el último alzamiento del partido federal argentino en el oeste del país. Aquella revolución no sólo tenía como objetivo liberar a las provincias de los gobiernos centralistas impuestos por el entonces presidente Mitre, sino también dar por terminada la Guerra del Paraguay.
En aquella larga batalla, Felipe Varela fue uno de los principales caudillos, que con su lucha finalmente logró liberar a tres provincias del poder unitario.
Entre 1867 y 1868 Felipe Varela se convirtió en el Gobernador de Catamarca, y al mismo tiempo mantuvo su influencia política en las provincias vecinas de Salta y Jujuy. Ante la inminente amenaza que la influencia de Varela provocaba en contra de los intereses de Mitre, éste decidió enviar a los soldados que se encontraban en Paraguay a perseguir y luchar contra el caudillo.
El 12 de enero de 1869 se produjo la batalla de Salinas, en la que la revolución encabezada por Varela fue derrotada, ya que su fuerza montonera no pudo contra la potencia casi indestructible del ejército de Mitre.
La fuerza unitaria arremetió con todo su poderío en la región. Varela ya estaba enfermo de tisis y cada vez perdía mayor apoyo, por lo que finalmente debió regresar al exilio chileno, siendo esta la última vez.
El 4 de junio de 1870 moría el hombre y comenzaba la leyenda 

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