lunes, 22 de julio de 2013

Triunvirato

 Hacia mediados de 1811, la situación general no se mostraba muy favorable al movimiento revolucionario. La terrible derrota sufrida por el Ejército patriota en la batalla de Huaqui, posibilitó un avance español sobre los territorios del noreste.
La Banda Oriental se encontraba sitiada por el ejército porteño, pero el Virrey, Francisco de Elío, que residiía en Montevideo, había respondido el asedio con el bloqueo del puerto de Buenos Aires. 

 Buenos Aires: la Recova, Plaza de la Victoria y el Cabildo
En la ciudad Buenos Aires, los graves peligros que acechaban a las Provincias del Río de la plata, debido a los fracasos militares, fueron utilizados por el Cabildo para promover una campaña de desprestigio contra de la Junta Grande y sobre todo de su presidente, Cornelio Saavedra. Este clima fue aprovechado por el Cabildo para establecer un nuevo órgano ejecutivo, el Triunvirato, en sustitución de la Junta. Con este cambio institucional, Buenos Aires se aseguraba para sí las riendas de la revolución.
 
Primer Triunvirato
El 23 de septiembre de 1811, el Cabildo erigió un Triunvirato y designó como integrantes a Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso. En carácter se Secretarios fueron elegidos José Julián Pérez, Bernardino Rivadavia y Vicente López y Planes.
La Junta Grande quedó transformada en el órgano legislativo de la nueva administración, con el titulo de “Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII”, en representación directa del pueblo de las provincias, dictando leyes que el Triunvirato debía aplicar.
Bernardino Rivadavia   
Las buenas relaciones entre estos dos organismos no duraron más que un mes y la ruptura de tan forzada convivencia llegó cuando la Junta Conservadora, a través del dictado del Reglamento Orgánico pretendió subordinar al Triunvirato bajo su autoridad. El Triunvirato no estaba dispuesto a aceptar el reglamento y sometió la aprobación del mismo al Cabildo, como si una institución local estuviera facultada para revisar las leyes dictadas por un órgano de carácter nacional como era la Junta Conservadora. No obstante ello, el Cabildo lo declaró “nulo”.
Días después, el Triunvirato disolvió la Junta Conservadora e hizo evidente el espíritu centralista que dominaba en el mismo, y principalmente en su secretario Rivadavia, autor del decreto que establecía su disolución cuando afirmó que sólo la“tolerancia de la Capital les había permitido gobernar hasta entonces, pero ahora el Pueblo de la Capital reclamaba la reintegración de los derechos que le pertenecían”.
En ausencia de un poder legislativo, el Triunvirato se autorizó a sí mismo para dictar todas las medidas que creyera necesarias sin más límite que su propia prudencia, dictando el denominado “Estatuto Provisional de Gobierno Superior de las Provincias Unidas del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII”. Toda una novedad ya que ninguna institución había detentado tanto poder en el Río de la Plata, ni aún las españolas.
motín de las trenzas
El autoritarismo del Triunvirato quedó aún más patente con la respuesta desmedida ante el “motín de las trenzas” producido en el cuartel de los Patricios. Este cuerpo militar se sublevó contra su nuevo jefe, el General Manuel Belgrano, quien ordenó el corte de la trenza, de allí su nombre, que era un elemento distintivo del soldado patricio. Esta sublevación encerraba otra intención, el nombramiento de Belgrano como Jefe del Regimiento en reemplazo de Saavedra, no solo porque aquél se encontraba desacreditado después de su fracaso en la Campaña al Paraguay sino porque los Patricios advirtieron en esto una maniobra del Triunvirato contra su antiguo jefe. La sublevación fue brutalmente sofocada y sus cabecillas ejecutados.
Como derivación de este suceso, el Triunvirato expulsó de Buenos Aires a los diputados del interior bajo la acusación de enemigos de la patria por haber instigado contra el gobierno y también, suprimió las Juntas Provinciales que administraban las provincias y las reemplazó por funcionarios nombrados desde Buenos Aires.
Además de los hechos mencionados, el Primer Triunvirato dictó un decreto sobre libertad de imprenta que sustituía al dictado por la Junta Grande por uno de igual contenido. Establecía la libertad de publicar las ideas sin censura previa, el castigo que se impondría en caso de ofender la dignidad de la persona, a los principios de la religión católica o al Estado. También legisló sobre la libertad individual, estableciendo el principio de proceso previo y justo para condenar en juicio penal.
Este Triunvirato reorganizó el sistema judicial, creando una Cámara de Apelaciones en reemplazo de la antigua institución hispánica de la Audiencia, que hasta ese momento había sido integrada por oidores criollos nombrados por los órganos ejecutivos que desde el movimiento revolucionario del 25 de mayo de 1810 se habían sucedido en el gobierno del Río de la Plata.
 
Segundo Triunvirato
San Martín se embarca hacia Buenos Aires

A principios de marzo de 1812 arribaron a Buenos Aires José de San Martín y Carlos María de Alvear.
Estos jóvenes criollos que habían hecho sus primeras armas en España fundaron, entre otros, una sociedad secreta que se llamó Logia Lautaro. Esta logia poseía dos objetivos fundamentales: la emancipación de América y la implantación de un sistema republicano. Ellos tenían la convicción, y en especial San Martín -con su acción lo demostró años más tarde- que la independencia requería de un plan continental, para lo cual primero era necesario terminar con los conflictos internos promoviendo entendimientos que permitieran una mejor relación con las provincias y el establecimiento de instituciones políticas que superaran el desorden imperante.
 Ante los magníficos antecedentes militares que poseía San Martín, el Primer Triunvirato le encargó la formación de un cuerpo especial de caballería que se dispondría para las luchas de la independencia. Así nacieron los Granaderos a caballo.
victoria del Gral. Manuel Belgrano
en la Batalla de Tucumán 

 Hacia fines de septiembre de 1812 la situación política en el Río de la Plata había aumentado su gravedad y los triunviros fueron responsabilizados por este descalabro, acrecentado aún más su desprestigio y su fama de déspotas luego de hacer disuelto la Junta Conservadora y expulsado a los hombres de las provincias.
Finalmente, la suerte del nuevo gobierno sería sellada por la campaña al Alto Perú, porque la victoria obtenida por Belgrano en la batalla de Tucumán —actuando en desobediencia de las órdenes impartidas desde Buenos Aires— dejó al descubierto la incapacidad del Triunvirato para dirigir la guerra y un estallido popular pone fin a su mandato.
En la mañana del 8 de octubre de 1812 los Granaderos de San Martín, apoyados por los jóvenes de la Sociedad Patriótica, liderados por Bernardo de Monteagudo, exigieron al Cabildo la destitución del Triunvirato y el llamado a una Asamblea General.
El Cabildo cedió ante las exigencias de los revolucionarios y nombró un nuevo Triunvirato compuesto por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte.
Este nuevo Triunvirato reestableció las relaciones con las provincias y promovió la instalación de la postergada Asamblea donde todos los pueblos habían formado el virreinato se reunieran para decidir el futuro de la Nación naciente. El interior del país recibió con entusiasmo la convocatoria a una Asamblea General Constituyente, que finalmente se reunió; iniciando sus sesiones un 31 de enero de 1813.

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