El 5 de marzo de 1854 el general Justo José de Urquiza prestó juramento ante el Congreso Nacional reunido en Santa Fe como presidente de la Confederación Argentina, junto al vicepresidente, Salvador María del Carril.
Justo José de Urquiza llega a la presidencia siendo el primer presidente de la Confederación Argentina.
Durante su gobierno, consecuencia directo del triunfo sobre Rosas en Caseros y del dictado de la constitución nacional, las provincias promulgaron sus propias constituciones. Se designaron los miembros de la Superior Corte de Justicia y se organizaron los tribunales del territorio federalizado. Se dictaron las leyes de ciudadanía y de elecciones.
El Colegio de Concepción del Uruguay y se convirtió en importante centro cultural. Se contrató en Europa a destacados profesores como Amadeo Jacques, Germán Burmeister y Juan Lelong.
Se editó por cuenta del gobierno las obras de Juan Bautista Alberdi. Se nacionalizó la Universidad de Córdoba. Se alentó la inmigración europea y la instalación de colonias agrícolas; se realizó un censo nacional (1857; se exploraron los ríos interiores y se efectuaron estudios para trazar líneas férreas desde Rosario a Córdoba y a Mendoza.
El Congreso ratificó los tratados, firmados por Urquiza antes de ser electo presidente, con Inglaterra, Francia y Estados Unidos que proclamaban la libre navegación de los ríos.
Se firmaron tratados de amistad y comercio con Paraguay país al que se le reconoció su independencia, y con Chile y Brasil.
Se nombró a Juan Bautista Alberdi representante diplomático del gobierno de Paraná en Europa. Por su gestión Francia, Gran Bretaña y el Vaticano reconocieron la legitimidad del gobierno de la Confederación.
Nació en el Talar del Arroyo Largo, provincia de Entre Ríos, el 18 de octubre de 1801; cursó sus estudios primarios en Concepción del Uruguay y los secundarios en el Colegio San Carlos, en la ciudad de Buenos Aires.
De regreso en su provincia, en 1819, abrió una pulpería que atendió personalmente durante un tiempo. Más tarde intervino en un golpe militar contra el gobernador Mansilla, por lo que debió desterrarse en Corrientes.
En 1826 recibió la designación de diputado ante el Congreso entrerriano y en esa ocasión se manifestó como un notabla parlamentario, favorable al sistema federal y contrario a la Constitución unitaria de 1826. Asimismo se mostró un fervoroso partidario de la instrucción pública , inspirador de la ley que ordenaba que cada villa tuviera su escuela.
En 1836 conoció a Juan Manuel de Rosas quien vio en el joven coronel, ya famoso por su inteligencia y valor, un probable enemigo. Urquiza intervino luego en la batalla de Palo Largo contra las tropas entrerrianas sublevadas contra Rosas; en cambio no participó en la de Caa-guazú, en la que el talento táctico del general paz anuló completamente a los entrerrianos.
En 1841 la Legislatura de su provincia lo nombró gobernador y brigadier general del ejército. Durante este primer período de su gestión Urquiza intervino en los conflictos militares que enfrentaban, en el Uruguay, a Oribe y Rivera. El gobernador entrerriano derrotó a este último en la batalla de India Muerta, lo cual le valió su reelección como gobernador.
Sus actos de gobierno pusieron en evidencia su enfoque progresista, fomentando la agricultura, estimulando el comercio, promoviendo industrias y fundando escuelas en las que implantó la enseñanza gratuita. No obstante era evidente que en tanto Rosas siguiera dominando en Buenos Aires e imponiendo su omnímoda voluntad en la política del país, Entre Ríos vería limitadas sus posibilidades de progreso. Para muchos, Urquiza era entonces la figura más prominente del país y el único capaz de enfrentar a Rosas.
Uno de los hechos fundamentales de este período fue la fundación del primer colegio secundario de la República en Concepción del Uruguay, fiel testimonio de la compleja personalidad de Urquiza quien aunaba austeras costumbres campesinas con exquisitos refinamientos de caballero renacentista.
En 1851 se rebeló contra Rosas proclamando la soberanía de su provincia y con el lema Libertad, organización y guerra al despotismo inició su campaña, primero contra Oribe a quien obligó a levantar el sitio de Montevideo y luego contra Rosas, a quien derrotó en Caseros el 3 de febrero de 1852.
Su gestión posterior fue de gran generosidad y sensatez; a fines de mayo de ese mismo año se firmó el Acuerdo de San Nicolás y Urquiza fue nombrado director provisional de la Confederación y jefe de su ejército. En setiembre estalló una revolución dirigida por el doctor Valentín Alsina; la provincia de Buenos Aires, en disidencia, se separó del resto de la Confederación dándose su propia Constitución. No obstante las demás provincias persistieron en la idea de unidad nacional, y reunidas en Santa Fe sancionaron la Constitución que Urquiza luego declaró ley fundamental de la Nación.
En ese mismo año de 1853 fue elegido primer presidente constitucional de los argentinos. Asumió el cargo el 5 de marzo de 1854 y se dio a una impresionante tarea de organización nacional: organizó la administración, mandó construir caminos y líneas ferroviarias, estableció correos, inauguró los sistemas de rentas y aduanas, instaló el régimen de justicia federal y fomentó la educación.
Después de la batalla de Cepeda, en la que Urquiza derrotó a Mitre, se firmó el pacto de San José de Flores por el que se incorporaba a Buenos Aires a la Confederación. Luego Urquiza entregó el gobierno a su sucesor, Sanitago Derqui, y se retiró a su provincia en la que volvió a hacerse cargo de la gobernación.
No obstante la batalla de Pavón vino a confirmar que el desacuerdo aún agitaba los espíritus; el triunfo de Mitre trajo como consecuencia la caída del presidente Derqui, lo cual convenció a Urquiza de que la unidad nacional se realizaría bajo la jefatura de Buenos Aires. Con ejemplar desprendimiento apoyó desde entonces a los gobiernos de Mitre y Sarmiento.
En 1870 estalló la revolución de López Jordán, irritado por la actitud legalista y conciliadora de Urquiza. Este fue asesinado en su Palacio de San José el 11 de abril de 1870 y dos de sus hijos, Justo y Waldino, fueron igualmente muertos en Concordia.
Víctima de la pequeñez localista de un rebelde caía uno de los hombres que más esfuerzos había realizado por lograr la unión y la tolerancia entre los argentinos, como único camino hacia el progreso.
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