La avenida Corrientes es el eje de la vida nocturna y bohemia de la Ciudad de Buenos Aires. En sus bares y teatros se acuñó el tango, y a lo largo de su historia lo interpretaron en ellos las grandes orquestas y cantores, entre ellos el ídolo popular Carlos Gardel, quien vivió a su vera. Sus desaparecidos teatros Politeama Argentino, Apolo, Odeón y el viejo Ópera, fueron escenario de los más altos exponentes de la lírica mundial, así como del nacimiento del considerado teatro nacional: el drama gauchesco Juan Moreira.
Su nombre actual le fue dado oficialmente en 1822 en homenaje a la ciudad argentina de Corrientes en reconocimiento a su fervor por la causa de la Revolución de Mayo.
Su primer tramo transcurre en una zona mayoritariamente financiera, hasta que al cruzar la peatonal calle Florida se transforma en un polo de diversión que tanto los porteños como numerosos turistas recorren a toda hora entreteniéndose con sus espectáculos artísticos, culturales, librerías de ofertas (muchas de ellas abiertas hasta altas horas de la noche), confiterías, y pizzerías. Por todo esto el periodista Roberto Gil popularizaría en los 50 la frase la calle que nunca duerme al referirse a ella.
Unas 11 cuadras luego, al cruzarse con la Avenida Callao, se transforma en una avenida netamente comercial, con negocios de todo tipo, hasta llegar al tanguero barrio del Abasto, otro foco de turismo y diversión, para luego continuar absorbiendo las características de cada barrio y finalizar en el cementerio más grande de Buenos Aires, el de la Chacarita.
En su recorrido de 8,6 km la numeración varía desde el 1 al 6.900, y entre sus 70 cruces se cuenta el que tiene con la Avenida 9 de Julio, donde se alza el ícono porteño por excelencia, el Obelisco.
Nace en la avenida Eduardo Madero 402, junto a Puerto Madero y se extiende hacia el oeste y posteriormente hacia el nornoroeste, hasta concluir en la avenida Federico Lacroze al 4200, en el barrio de Chacarita. La circulación vehicular, salvo en sus tres últimas cuadras en que es de doble sentido, es de oeste a este.
Por un sector de ella circuló el primer ferrocarril argentino, así como el tren y el tranvía "de la muerte", durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871. En la actualidad es acompañada por debajo de toda su trayectoria por la línea B de subterráneos.
Diversos estilos arquitectónicos pueden hallarse en ella, desde el frío academicismo hasta el entretenido art nouveau, del neogótico moderno pasando por el francés borbónico al rascacielo moderno de vidrio u hormigón.
La Asociación Amigos de la Calle Corrientes colabora con la planificación urbanística de la avenida, y fue la responsable de la colocación, en 40 de sus esquinas, de placas recordatorias de las ilustres figuras del tango que la animaron.
¡Corrientes, por la noche! Mientras las otras calles honestas duermen para despertarse a las seis de la mañana, Corrientes, la calle vagabunda, enciende a las siete de la tarde todos sus letreros luminosos, y enguirnaldada de rectángulos verdes, rojos y azules, lanza a las murallas blancas sus reflejos de azul de metileno, sus amarillos de ácido pícrico, como el glorioso desafío de un pirotécnico.
La calle que se quiere, que se quiere de verdad. La calle que es linda de recorrer de punta a punta porque es la calle de vagancia, de atorrantismo, de olvido, de alegría, de placer.
La calle que se quiere, que se quiere de verdad. La calle que es linda de recorrer de punta a punta porque es la calle de vagancia, de atorrantismo, de olvido, de alegría, de placer.
En el siglo XVIII, lo que hoy es una de las más importantes avenidas de Buenos Aires, sólo era un simple sendero de tierra denominado del Sol, alejado de la pequeña aldea de Buenos Aires. Se abría paso desde la línea de la costa del Río de La Plata (que llegaba a la altura de la actual avenida Leandro N. Alem) y se desdibujaba entre los campos del oeste.
En 1729 Domingo de Acassuso fundó donde hoy se emplaza el Obelisco, el templo de San Nicolás de Bari (más adelante se detalla al respecto), sobre el cual, según se afirma, se izaría en 1812 la bandera argentina por primera vez en Buenos Aires. Debido a la instalación de dicha iglesia, comenzaron a llamar a la calle San Nicolás.
En 1768 los cabildantes anexaron siete cuadras del ejido para incorporarlas a la planta urbana. De esta manera la calle pasó a ser su límite norte y ganó algo de importancia.
En 1808, como consecuencia de haber derrotado a los británicos durante las Invasiones Inglesas, se decidió llamarla de Inchaurregui en homenaje al regidor José Santos de Inchaurregui, que se destacó combatiendo al enemigo. De hecho ese nombre duró poco, pues tras la Revolución de Mayo un grupo de patriotas borraron los nombres de las calles que homenajeaban a realistas y comenzaron a llamarla Corrientes, según se cuenta debido a que esa ciudad era considerada como la primera que adhirió a la causa de la Independencia. Este nombre se oficializó recién en 1822
En 1895 se llamó Triunvirato al tramo entre la avenida Ángel Gallardo y Scalabrini Ortiz, continuando luego con el nombre de Corrientes hasta la avenida Congreso. En 1900 directamente Triunvirato desde Ángel Gallardo hasta Congreso; en 1927, Corrientes, desde la Avenida Congreso; y en 1937 (y hasta la actualidad) Corrientes desde Av. Eduardo Madero hasta Federico Lacroze quedando el nombre de Triunvirato hasta la Av. Ricardo Balbín.
En 1872 se inauguró en Esmeralda y Suipacha el Teatro Ópera y, entre Maipú y Esmeralda, el Teatro Odeón y el Politeama Argentino (estos dos últimos ya no existen). Hacia principios del siglo XX se instalaron varios cafés y restaurantes que se mantenían abiertos por la noche a los que concurrían muchos músicos de tango. También en esta época muchos judíos procedentes de Alepo se instalaron en negocios desde la actual calle Uriburu hasta Centroamérica (hoy Avenida Pueyrredón), en la zona que se conoce como el Once. Lo mismo hicieron a partir de 1914 los sirios, armenios libaneses y judíos sefardíes y de la Europa Oriental, perseguidos por causas religiosas o como consecuencia de la Primera Guerra Mundial.
En julio de 1890, durante la llamada Revolución del Parque, fueron lugares de cruentos combates la azotea del desaparecido teatro Politeama, los techos de la hoy también desaparecida Iglesia de San Nicolás, y la esquina de la calle Paraná.
El gobierno de Bernardino Rivadavia había decretado en 1822 que se convirtiera en una avenida de 30 varas de ancho (26 m), pero esto no se llegó a realizar. En 1910 una ordenanza del intendente Joaquín Samuel de Anchorena dispuso ensancharla, de manera que a partir de ese año las nuevas construcciones comenzaron a levantarse siguiendo una nueva línea de edificación. Sin embargo hubo que esperar a la década del 30, en que se vio la necesidad de adecuar el diseño urbano al crecimiento de la población y a los nuevos medios de transporte, para que, así como Corrientes, se ensancharan las avenidas Santa Fe, Córdoba, Independencia y Belgrano; y se construyera la Avenida Roque Sáenz Peña, que corta a Corrientes en diagonal.
La calle dejó entonces de ser angosta demoliendo edificaciones que estaban en la vereda norte. Las obras comenzaron en 1931 y la primera cuadra elegida fue la que se extiende entre las calles Uruguay y Paraná, siendo intendente José Guerrico.
La obra se completó en 1936, durante el gobierno del Intendente Mariano de Vedia y Mitre, al celebrarse el cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires por Pedro de Mendoza, perdiendo además Corrientes la cuadra en la que actualmente se cruza con la Avenida 9 de Julio. En dicha cuadra se demolieron entre otros edificios la mencionada iglesia de San Nicolás y se construyó el que se convertiría en ícono de Buenos Aires: el Obelisco, de 67,5 metros de altura.
Al avanzar las obras fue necesario demoler el Circo Hippodrome, en la esquina con Carlos Pellegrini. En él actuaron figuras muy populares, entre ellas el payaso, acróbata y director circense Frank Brown, nacido en Inglaterra y muy querido por los porteños de varias generaciones, algunos de lo cuales disfrutaron siendo niños su costumbre de repartir golosinas luego de la matiné.[5]
En 2003 se iniciaron nuevas obras que tuvieron que ver con su ancho, y que finalizaron en 2005. En este caso se ensancharon sus veredas de 3,5 m a 5 m eliminando un carril para automóviles. Se renovó también el mobiliario urbano —teléfonos públicos, quioscos, refugios para colectivos— en las cuadras que van desde el 1100, en su intersección con Cerrito, hasta el cruce con la avenida Callao'' en el 1800. Se invirtieron 7,5 millones de pesos.[6] En 2009 el ensanche continuó en la zona de Callao hasta Pueyrredón.
En marzo de 2007, organizada por la Subsecretaría de Industrias Culturales del Ministerio de Producción de la ciudad, se realizó la primera Noche de las Librerías, en la cual se cerraron al tránsito las cuadras de la avenida entre Callao y Uruguay, transformándolas en un gran espacio peatonal con stands de libros y sillones para leer sobre la calle.[7] El evento se continúa haciendo anualmente.
En 1857 circuló por ella, desde la actual Riobamba hasta Pueyrredón, el primer ferrocarril argentino, llamado Ferrocarril Oeste de Buenos Aires. En 1873, debido a la gran urbanización de la ciudad, este tren dejó de circular por el mencionado trayecto, retirándose las vías desde 1892.
En 1871, durante la epidemia de fiebre amarilla; y con la finalidad de evacuar con mayor rapidez los cadáveres de la ciudad, se incorporó un tramo del Ferrocarril Oeste desde Pueyrredón hasta un cementerio que se habilitó al efecto, en donde actualmente se encuentra el Parque Los Andes (y que luego se trasladaría al actual de la Chacarita). La construcción del tramo, que se concluyó en dos meses, la dirigió el ingeniero Augusto Ringuelet. Al tren que cumplía la lúgubre misión de transportar los cadáveres se lo conocía como de la muerte o fúnebre, al igual que a las tres estaciones en la que se depositaban los mismos para ser trasladados: la Bermejo, en la esquina sudoeste de la calle homónima (hoy Jean Jaurés) con la avenida Corrientes, la que se encontraba en la esquina sudoeste de Corrientes y Medrano; y la de la esquina con Scalabrini Ortiz (entonces llamada Camino Ministro Inglés).
Al mencionado tren lo sucedió el tranvía Fúnebre y a partir de éste, en 1887, la compañía Lacroze obtuvo una concesión para extender vías por donde circularía el llamado tranvía Rural, de tracción a sangre como todos los de esa época, desde la actual Pueyrredón hasta la Chacarita, por la actual Corrientes, y de este último punto hacia Belgrano y de aquí ramales a la provincia. Este contrato se le otorgó con la condición de que además de pasajeros debían llevar cadáveres hasta el cementerio. Eran tranvías de techo abierto y asientos de madera y fue principalmente gracias ellos que las viviendas se fueron extendiendo sobre las quintas y los hornos de barro que aún existían.
Mucho más moderno, desde el año 2007 el Tranvía del Este tiene una parada a menos de 50 m del inicio de la avenida: la estación Corrientes, en Av. Alicia Moreau de Justo, entre Lavalle y Corrientes.
En cuanto al subte, en 1912 el Congreso de la Nación Argentina sancionó la ley para la realización de la línea que debería unir el Correo Central y la intersección de las calles Triunvirato y Elcano y que recibiría el nombre de línea B.
El 17 de diciembre de 1927 se firmó en Nueva York el convenio financiero para construirlo y se otorgaba la concesión de la línea de pasajeros, encomiendas y cargas a la compañía Lacroze Hermanos.
El primer tramo, entre Lacroze y Callao, fue inaugurado el 17 de octubre de 1930 y medía 7,021 km. El 22 de junio del año siguiente fue extendido hasta la estación Carlos Pellegrini. Finalmente la línea se completó el 1 de diciembre de 1931 cuando el subte llegó hasta la estación Leandro N. Alem. Estos tres tramos se realizaron en su totalidad por debajo de la avenida e incluyen 19 curvas y 13 estaciones.
Para el habitante de Buenos Aires Corrientes es, desde pibe,[8] un faro de la cultura y el entretenimiento, donde es posible encontrar cines y espectáculos de teatro o revista de todos los países y épocas, y debatir luego sobre lo visto en uno de sus tradicionales cafés, o cenando pizza con cerveza a altas horas de la noche en un restaurante o pizzería. O, si se está solo, pasear por los corredores de las librerías-"disquerías", modernas o "de viejos". Es en una de esas librerías que Umberto Eco se inspiró para escribir su famosa obra "El nombre de la rosa", tal como el autor lo dice en su prólogo.Puestos de flores y los llamados "manteros" (artesanos que sobre una manta exhiben sus productos sobre las veredas) completan el cuadro animado de esta gran vidriera comercial.[9]
Barrio de San Nicolás
Lo más bohemio y preciado de la calle Corrientes se halla en este barrio, particularmente desde su intersección con la calle Esmeralda —la esquina del tango— hasta la Avenida Callao. La paralela calle Lavalle, peatonal desde Leandro N. Alem hasta Cerrito, la acompaña por su lado norte, con sus cines y entretenimientos propios, aportándole así, a la "que nunca duerme", un gran caudal de noctámbulos y bohemios.En su inicio, entre la Avenida Eduardo Madero y la calle Bouchard, se halla el Luna Park, Monumento Histórico Nacional construido en 1934 (Chiappori y Quiroz), que fuera un estadio cubierto de box llamado también "Palacio de los Deportes". Allí pelearon boxeadores de primera línea, tales como Carlos Monzón, Nicolino Locche y Pascual Pérez, por mencionar sólo algunos de los tantos boxeadores argentinos que consiguieron títulos mundiales en sus categorías.
En la cuadra siguiente, entre Bouchard y la Avenida Leandro N. Alem, se encuentra otro Monumento Histórico Nacional: el monumental Palacio de Correos, que en la actualidad se está transformando en el Centro Cultural del Bicentenario. Exponente clásico de la arquitectura del academicismo francés, obra inicialmente concebida por Norbert Maillart, fue inaugurado en 1928.
Cruzando Alem (o "del Bajo") se trepa Corrientes por lo que hasta el siglo XIX fuera la empinada barranca sobre la costa del Río de la Plata. En la primera cuadra, del lado sur, hay sólo dos edificios: el primero es el Comega (de Douillet y Joselevich), de 85 m de altura y fachada lisa revestida de mármol travertino italiano, un exponente del estilo racionalista construido en 1932, y una de las más importantes obras del modernismo argentino.
La arquitectura sobria del Comega se contrapone con la del edificio vecino, en esquina con la calle 25 de mayo, que albergó al "Hotel Jousten", (hoy NH) de estilo renacentista español, neoplateresco, inaugurado por el presidente Marcelo T. de Alvear en 1928. En este hotel el General Arturo Rawson dirigió a un grupo de conspiradores, al que se lo conoció como los generales del Jousten, que durante la llamada Revolución del 43 derrocarían mediante un golpe militar al gobierno de Ramón Castillo, nombrando al mencionado Rawson en su reemplazo.
El cruce de Corrientes y la peatonal Florida es uno de los puntos más transitados de Buenos Aires. En la esquina suroeste se encuentra un edificio de dos pisos que fue el palacio de la familia Elortondo Alvear. Construido en 1870 su arquitectura es de un estilo neogótico veneciano, poco común en la ciudad.
En el número 718 el templo de la Iglesia Metodista llama la atención por su arquitectura, también de estilo neogótico. Erigido en 1874, su fachada, retirada unos metros de la línea de edificación, es asimétrica, ya que del lado oeste posee una esbelta torre que termina en una aguda flecha. Llaman también la atención sus vitrales exteriores e interiores. En su interior cuenta con un órgano de más de un siglo de antigüedad.
La calle que nunca duerme
Las luces se encienden, calle Corrientes, se llena de gente, que viene y que va, salen del cine, ríen y lloran, se aman, se pelean, se vuelven a amar y en la Universal[12] fin de la noche, moscato y pizza. "Moscato, pizza y fainá" de Memphis la Blusera |
En efecto, en estas cuadras la vitalidad de su movida cultural es un imán tanto para el turismo como para los propios porteños. Y junto a las estridentes marquesinas de los teatros se suman comercios de los más diferentes rubros, en especial los de libros y gastronómicos, lo que la convierte en un enorme emporio comercial.
Por todo esto, en la década del 50, Roberto Gil, periodista y conductor de un programa de radio llamado "Calle Corrientes", transmitido por LR4 Splendid, la bautizó como, "La calle que nunca duerme", denominación que se hizo muy popular y sigue teniendo vigencia.
Quien camine entre las calles Cerrito y Callao puede entretenerse largo tiempo en sus librerías, abiertas hasta altas horas de la noche, muchas de ellas especializadas en vender libros usados y antiguos con descuentos. Las hay con modernos escaparates, que invitan a entrar y, en muchos casos, se puede tomar un café en ellas mientras se lee, sin obligación de compra, un libro de sus estanterías. Y están las otras, que venden libros usados diversos, ordenados en cajones y estantes que cualquiera puede revisar circulando por entre sus estrechos corredores; y que utilizan precarios locales con una simple persiana metálica a la calle que pueden hacer creer, equivocadamente, de la imposibilidad de encontrar allí un ejemplar valioso e importante, ya sea de un libro, de un CD o de un disco usado. La Librería Gandhi-Galerna, en el 1743, se especializaba en ciencias humanas y revistas culturales, ocupó el edificio del viejo Cine Losuar, y cerró al final del año 2009. En su lugar, en junio de 2011, se instaló un restaurante de comida uruguaya que si bien tiene el nombre de "La Pasiva", importante cadena uruguaya, no tiene nada que ver con ésta.[13] Otras librerías importantes son Antígona, La Cátedra, Zivals, Liberarte, Losada, Hernández, Cúspide, Dickens, Fausto, etc.
El entretenimiento y la cultura
Entre Esmeralda y Av. 9 de Julio
Si bien este tramo se caracteriza por el entretenimiento, la cultura y la gastronomía, aún hay gran cantidad de edificios utilizados exclusivamente para oficinas comerciales. Uno de ellos es el imponente República, concebido originalmente por el arquitecto Federico Peralta Ramos para la empresa telefónica ENTel, y que hoy es propiedad de Telefónica. Se encuentra en la esquina noroeste de Corrientes y Maipú, en la cual también se hallan sobre la acera dos kioscos de revistas: uno de ellos posee publicaciones de todos los países del mundo y el otro de todas las provincias argentinas.El teatro Maipo queda a menos de 50 m de la avenida, en el 449 de la calle Esmeralda. La tradicional sala le ha dado y le da cierto misticismo a la esquina de Corrientes y Esmeralda, desde varios puntos de vista: el de la música, el de la política, el de las canciones, y el de las bellas mujeres. Es el representante de un tiempo de decir y sentir popular. En el pasado como espacio para la revista y el monólogo político. En la actualidad como sitio para que gane lugar la forma teatral.
Dos grandes símbolos porteños del cine-teatro se enfrentan en el tramo de Corrientes al 800: el Gran Rex y el Ópera. El primero se halla en la vereda norte, y es el teatro de los grandes espectáculos musicales, que recibe a los artistas más consagrados, nacional e internacionalmente. Su capacidad para 3.300 espectadores hace casi imposible en las noches de los fines de semana caminar por sus veredas desbordadas de peatones y vendedores ambulantes que ofrecen productos relacionados con los espectáculos que se están exhibiendo. El edificio, de 1937, es un exponente arquitectónico del estilo racionalista, obra de Alberto Prebisch, el mismo arquitecto que creó el Obelisco que se encuentra a dos cuadras de allí. Su imponente fachada es un sencillo rectángulo de gran volumen con superficie vidriada y que carece de motivos ornamentales.
Junto al Gran Rex, se halla el Tabaris, cuya cartelera está dedicada al llamado Teatro de revista. Primitivamente se llamó "Royal Pigall", y llegó a ser un club nocturno de categoría. Fue el primer lugar público en tener aire acondicionado.
El Teatro Ópera es en parte el responsable inicial de que Corrientes adquiriera su importancia cultural. En efecto, el origen de este teatro se remonta a 1871. En ese año el empresario Antonio Petalardo vislumbró que esta calle, entonces estrecha y alejada de la ciudad, se animaría con la instalación de teatros. Así nació el Ópera, que tenía unas instalaciones asombrosas y llegó a tener una usina eléctrica propia. En 1935 se decidió demoler el primitivo edificio y el arquitecto belga Alberto Bourdon concibió el actual, de fachada sobria y original, con capacidad para 2.500 personas, escenario apto para diversos espectáculos y una pantalla de cine de grandes dimensiones. Allí actuaron Ava Gardner, Edith Piaff, el Folies Bergère, el Lido de París, etc. En su interior el techo simula un cielo estrellado y los laterales una arquitectura callejera, dando así esa misma sensación de libertad nocturna que tiene la avenida. En el Petit Opera de su subsuelo se dan preestrenos cinematográficos y se realizan reuniones culturales.
En 2010, por un acuerdo comercial con el Citibank, adoptó el nombre comercial de Teatro Opera Citi
La Confitería Ideal si bien no se halla sobre la avenida misma, se encuentra a menos de 50 metros, en Suipacha 384, y contribuye a su actividad cultural, de entretenimiento y gastronómica. Fue fundada en 1912 por el pontevedrense Manuel Rosendo Fernández y construida por C.F. González. Conserva su prestigio y romanticismo en sus dos plantas con balaustradas, pilastras e iluminación de estilo itálico y mantiene el frente y ornamentos de origen: arañas de Francia, sillones de Checoslovaquia, vitrales de Italia, "boiserie" de roble de Eslovenia, etc. La flor de lis aparece en numerosos motivos, entre ellos en los dos óvalos de bronce de su entrada. Al segundo piso, donde hoy día se dictan clases de tango en su salón de baile, se accede por una lujosa escalera de mármol o por su gran ascensor.
En el pasado se reunía en ella la colectividad inglesa y lo más próspero de la burguesía porteña. Carlos Gardel, Tita Merello, Hugo del Carril y Raúl Lavié son algunos de los grandes cantores de tango que la frecuentaron. Entre los ilustres visitantes destacamos a Vittorio Gassman y Maurice Chevalier.
Llegando a Cerrito, sobre el lado sur, pueden obtenerse datos sobre paseos y entretenimientos de Buenos Aires en el puesto de información turística de la ciudad.
De Av. 9 de Julio a Callao
En lo que a cine se refiere, se destacan, entre Esmeralda y Callao, el Lorca al 1400, el cine-teatro Premier al 1500, construido en 1944 con tres pisos visibles a través de un gran ventanal con vidrios enmarcados en varillas de bronce en su frente y dos estatuas del escultor Ferrari que se yerguen a ambos lados. El Premier fue acondicionado en 1980 para que fuera el escenario de la final mundial de ajedrez entre el exiliado ruso Víctor Korchnoi y su compatriota Lev Abramovich Polugaievsky.El teatro y la revista son rubros que distinguen a la avenida en el tramo del 1100 al 1700. En el 2007 se contabilizaron en estas siete cuadras 25 teatros.[14] El Lola Membrives, en el n.º 1280, comenzó su historia en 1914 cuando se construyó un edificio destinado a salas de espectáculos llamado Smart Palace. En 1921 este teatro se modernizó y tres años después lo tomó a su cargo Blanca Podestá (sobrina del dramaturgo argentino José Podestá) y Alberto Ballerini. El Smart Palace se trasladó a la vereda de enfrente, y en el edificio que quedó vacío se instaló en 1927 el Teatro Cómico, que tuvo su etapa de oro cuando actuaba Lola Membrives, quien desde 1936 tomó a su cargo la dirección. Cuando murió, tomó su mando una sociedad que tenía por principal accionista a su hijo Juan quien en 1978 lo vendió con la condición de que recibiese el nombre de su madre.
Paralelamente, el teatro Smart tuvo temporadas brillantes con las interpretaciones de Blanca Podestá, por eso, al morir ésta en 1967, cambió su nombre por el de la actriz. Por su escenario pasaron grandes figuras como Florencio Parravicini, Gloria Guzmán, Mecha Ortiz, Alberto Closas, Margarita Xirgu, Miguel de Molina y María Antinea. En 1933 se conocieron en él Carlos Gardel y Federico García Lorca.
El Multiteatro, que funciona desde 1975, tiene su sede de dirección y programación en el n.º 1283. Son 4 modernas salas que tienen capacidad para 131, 320, 369 y 417 espectadores, con los últimos adelantos arquitectónicos en la materia. Al 1300 se encuentra el Metropolitan con un frente de estilo Art decó.
Pero el centro cultural más grande e importante es el Teatro San Martín, situado en la vereda sur del 1500 e inaugurado en 1944. En 1950, en ocasión de cumplirse un siglo del fallecimiento del Libertador de América, se le dio el nombre del prócer argentino. El actual complejo de teatros, conocido como Centro Cultural San Martín, es una construcción en hormigón armado, cristal y carpinterías metálicas que se comenzó a gestar en 1954, derribando el antiguo teatro y edificios linderos. Si bien simbólicamente se lo inauguró el 25 de mayo de 1960, al celebrarse los 150 años de la Revolución de Mayo, la verdadera inauguración ocurrió en octubre de 1961. Alberga tres salas teatrales equipadas con moderna tecnología, la mayor con capacidad para 1.700 expectadores, un cine y una fotogalería. Sus 30.000 m² cubiertos se reparten en cinco subsuelos, cuatro niveles y tres cuerpos, de doce pisos. Posee talleres donde se confecciona el vestuario, la escenografía y los decorados. En él se realizan conferencias, espectáculos musicales y teatrales, exposiciones plásticas y otros eventos culturales.
También a esta altura de la avenida, más precisamente en el n.º 1553, Carlos Gardel tuvo un domicilio desde el año 1904 junto a su madre Berta.
Entre Montevideo y Rodríguez Peña, en la vereda norte, se halla el cine–teatro Astral, con fachada de estilo Luis XVI oculta por los carteles. Se contrapone con su interior decorado con figuras geométricas "futuristas". Es obra de Alberto Bourdon, el mencionado belga que construyó el Opera.
Junto al Astral se halla un clásico de la música y el teatro argentino: el Presidente Alvear, inaugurado en 1942, con capacidad para 1.000 espectadores y dotado de moderna infraestructura, cuenta con talleres de escenografía, luminotecnia, sonido y sastrería.
En el n.º 1660 se halla el complejo cultural y comercial Paseo La Plaza, con cinco salas de teatro (la mayor para 530 espectadores), más de veinte comercios y 12 restaurantes, además de estacionamiento propio. Se erigió sobre un antiguo mercado modelo inaugurado en 1989. Mantiene las columnas y los pórticos del antiguo mercado incorporándolos a un diseño contemporáneo. En su interior unos caminitos sinuosos rematan en el centro en una torre.
Llegando a Callao, en el 1723, se encuentra el Museo Social Argentino, institución que había sido fundada en 1911 en el local de la Sociedad Científica Argentina. Su objetivo es el de recoger y transmitir en forma gratuita información sobre Economía Social y aconsejar a las personas e instituciones que tengan por objeto el mejoramiento de la situación moral y material de los trabajadores.
Por otra parte, la avenida en este tramo es de una gran atracción para los proyectos de oficinas, hoteles y comercios.[15] Uno de los emprendimientos estará emplazado en un terreno libre ubicado en Corrientes y Paraná, donde se comenzó la edificación de una torre vidriada de 30 pisos.
Otro proyecto se encuentra al 1750, junto al mencionado cine Los Ángeles. Aquí se construirá Corrientes Park, una torre de 13 pisos destinados a oficinas, con plantas de 490 m². También en esquina Callao, se levantó en 2008 un edificio de sólo dos dos pisos, pero con 4.000 m² de obra.
También se proyectan hoteles. Por ejemplo, junto a la conocida pizzería Güerrín, a dos cuadras del Obelisco, se inauguraron en 2009 dos hoteles (Novotel e Ibis) de cuatro y dos estrellas, con una inversión total de 25 millones de dólares. (En estos terrenos estaban el cine Libertador y la histórica pizzería Serafín).
Los locales comerciales también acompañan el crecimiento, ya que hay muy pocos disponibles y su alquiler en el 2007 es de unos 30 mil dólares mensuales. La mayoría son de marcas de primera línea, de indumentaria o electrodomésticos.
La gastronomía
De Esmeralda a Callao hay numerosos cafés, restaurantes (casi todos pizzerías) y confiterías tradicionales. Entre los primeros se destacan, El Foro en la esquina con la calle ''Uruguay''; en el 1453; La Giralda, reconocido por preparar buen chocolate con churros, que puede tomarse en sus mesas de madera y mármol. Lugar de encuentro de la intelectualidad porteña, su estilo ha sobrevivido a las corrientes modernizadoras. En el reducido local del 1489, el tradicional bar La Nueva Martona", en donde el plato tradicional son los panqueques con dulce de leche. En la esquina de enfrente se levanta el café Ramos, hoy día remodelado, que fue un bar artístico en donde se reunían actores, periodistas y cineastas.En la esquina con Paraná la confitería Politeama tiene el nombre y un estilo que recuerdan al desaparecido Teatro Politeama Argentino, que funcionaba en el n.º 1490.
El café La Paz en Corrientes y Montevideo, fue reducto de muchos bohemios y socialistas, especialmente durante la década de 1960. En él se reunieron escritores y músicos como David Viñas, Ricardo Piglia, Enrique "Mono" Villegas y el desaparecido por la dictadura Rodolfo Walsh. Hoy es un sitio frecuentado por artistas y público de los teatros cercanos.
El café El Estaño, en la esquina con Talcahuano, es un café tanguero, en el que trabajó Aristóteles Onassis cuando llegó como refugiado a la Argentina. Una anécdota cuenta que el magnate, trabajando como mozo, le sirvió un café a Carlos Gardel, allá por 1924.[16] En Corrientes y Callao el restaurant-bar La Opera, es un clásico lugar de reunión de familias, gente de negocios y parejas.
En cuanto a los restaurantes, los hay de todo tipo y bolsillo, como por ejemplo las pizzerías situadas en la cuadra del 1300, Güerrín, enfrente Los Inmortales por la que pasaron muchos intelectuales, artistas y bohemios retratados en ella; y Banchero Centro desde 1932, en esquina con Talcahuano. A su iniciador Agustín Vanchero, se le atribuye ser el creador de la fugazza con queso. En el 838 Las Cuartetas es una pizzería legendaria que en 1932 se hallaba junto al Teatro Tabarís. En la década del 40 impulsó innovaciones en la pizza, al agregarles ingredientes como salsa blanca, jamón con morrones, etc.
Otro clásico restaurante es el Pippo, que si bien no está sobre Corrientes, se halla en Paraná 356 a menos de 100m de la avenida. Tiene un estilo "bien porteño" y es ideal para comer rápido, bien y barato ya sea sus pastas caseras, acompañadas con variedad de salsas, entre ellas la más famosa de tuco y pesto; o sus carnes de exportación asadas a la parrilla.
En la cuadra del 1400 se encuentra la bombonería Bombonella, fundada en 1941, que produce todo tipo de chocolates en forma artesanal; y la lujosa Lion d’Or, con sus cajas artesanales que guardan chocolates elaborados con materias primas de calidad. En Corrientes 1669 se halla El Gato Negro, una tradicional tienda de especias, con buen ambiente porteño e ideal para tomar un café con algo dulce. Su fundador fue el español Victoriano López Robredo, que había vivido cuarenta años en Ceilán, Singapur y las Filipinas. El negocio estaba en 1926 en donde hoy se sitúa el Teatro Presidente Alvear.
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